Los trabajadores de Comercio de Lanús y Avellaneda apoyan incondicionalmente la posición del Gobierno nacional con relación a la defensa irrestricta del petróleo argentino en territorio de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, plasmada en el reciente Decreto 256/2010.
El tema del petróleo en Malvinas y mares circundantes está directamente ligado con la cuestión de la soberanía. El decreto presidencial, que impide el transporte de materiales destinados a la explotación petrolera en las islas, no hace otra cosa que trabajar política y diplomáticamente para revertir los daños generados por las fórmulas del “paraguas de soberanía” y la “estrategia de seducción” aplicadas en la triste década del menemismo. No es ni más ni menos que comenzar a poner fin a esta historia de piratas.
Veintiocho años después de la gesta militar en Malvinas, el plan británico para consolidar la usurpación de las islas está a un paso de concretarse, lo que provocaría, entre otras cosas, un duro revés tanto para la Argentina como para Unasur, quien ya ha manifestado su solidaridad con la Argentina en la Cumbre de Rio en Cancún.
Impedir que consorcios locales abastezcan a los piratas en la plataforma argentina y sancionar económicamente a la banca y empresas, especialmente inglesas que colaboren con los ilegítimos ocupantes de nuestras islas y mares, es otro de los caminos que el gobierno no debe desdeñar.
La patriótica decisión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner es una batalla más en la lucha por el uso soberano de nuestros recursos naturales y por la recuperación de nuestro territorio usurpado.
La causa de Malvinas está más viva que nunca en el alma de los argentinos.
Y Latinoamérica nos acompaña.
El tema del petróleo en Malvinas y mares circundantes está directamente ligado con la cuestión de la soberanía. El decreto presidencial, que impide el transporte de materiales destinados a la explotación petrolera en las islas, no hace otra cosa que trabajar política y diplomáticamente para revertir los daños generados por las fórmulas del “paraguas de soberanía” y la “estrategia de seducción” aplicadas en la triste década del menemismo. No es ni más ni menos que comenzar a poner fin a esta historia de piratas.
Veintiocho años después de la gesta militar en Malvinas, el plan británico para consolidar la usurpación de las islas está a un paso de concretarse, lo que provocaría, entre otras cosas, un duro revés tanto para la Argentina como para Unasur, quien ya ha manifestado su solidaridad con la Argentina en la Cumbre de Rio en Cancún.
Impedir que consorcios locales abastezcan a los piratas en la plataforma argentina y sancionar económicamente a la banca y empresas, especialmente inglesas que colaboren con los ilegítimos ocupantes de nuestras islas y mares, es otro de los caminos que el gobierno no debe desdeñar.
La patriótica decisión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner es una batalla más en la lucha por el uso soberano de nuestros recursos naturales y por la recuperación de nuestro territorio usurpado.
La causa de Malvinas está más viva que nunca en el alma de los argentinos.
Y Latinoamérica nos acompaña.
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